AYUNO: limpiar el cuerpo. Experiencia del escritor Vargas Llosa
“Como el ayuno es una práctica común en todas las religiones, se lo asocia con quehaceresmísticos y espirituales, pero, en verdad, es la más material de las experiencias a que pueda ser sometido el cuerpo humano, y una de las más beneficiosas”
“Privado de alimentos, esa maravilla de creatividad que es nuestro cuerpo se defiende eliminando aquello que le sobra o lo perjudica, y nutriéndose de todas las reservas que atesora. Ese cambio de metabolismo provocado por el ayuno LIMPIA Y RENUEVA EL ORGANISMO de una manera que es difícil explicar, si no se ha tenido la experiencia. Yo la he vivido ya catorce veces y siempre, luego de los veintiún días sometido a la dieta de agua sin pan, he tenido la sensación de un renacimiento físico”
“Lo importante del ayuno es la DESINTOXICACIÓN Y EL DESCANSO que significa para el organismo, y la lección práctica que de él se deriva, de que una cierta disciplina perfectamente llevadera respecto a ese cuerpo tan usado y abusado en la vida”
Mario Vargas LLosa
No es posible gozar de buena salud cuando nuestro cuerpo está intoxicado, por eso el ayuno es una de las prácticas terapéuticas ancestrales que los humanos, y los animales instintivamente, realizan para dar a su cuerpo descanso y una oportunidad para limpiarse y purificarse.
Desconocido por la medicina oficial y a veces despreciado y estigmatizado por los medios de comunicación que lo asocian a ignorancia nutricional o anorexia, el ayuno es un tema muy estudiado, presente en todas las religiones y medicinas tradicionales y es practicado por personas serias como un método de salud y prevención.
Por eso adjuntamos a continuación un artículo publicado en la revista Psychologies de hace unos años en los que ofrecen información sobre el ayuno y el testimonio del Premio Nobel Mario Vargas LLosa, ayunador desde hace décadas en una famosa clínica marbellí y un apasionado de esta dieta de agua por sus beneficios físicos, emocionales y mentales.
En su artículo nos explica como pasa los 17 días que él ayuna más los 4 de transición con comida frugal; que, contrariamente a lo que se cree, ni pasa hambre ni se siente débil y que para él supone un “renacimiento físico” y una mejora interior.
Merece la pena informarse bien sobre el ayuno (existen buenos libros al respecto) y decidir lo que puede aportarnos…
El artículo se compone de los siguientes capítulos:
- Claves para poder ayunar
- Un tónico para la salud
- El ayuno calma la mente
- Testimonio de Vargas Llosa “Agua sin pan”
1. Claves para poder ayunar
Al margen de los diabéticos, los tuberculosos o las personas que padezcan importantes anemias, todo el mundo puede ayunar hasta edades avanzadas. ¿Lo más duro? Decidirse. Desecha la idea de ayunar en solitario. Para vivir esta experiencia de la mejor manera posible, hay que hacerlo acompañado.
Tipos de ayuno:
Conviene diferenciar entre el ayuno total (sin comer ni beber), el ayuno hídrico (sólo agua) y el ayuno Buchinger (agua con un poco de zumo de frutas, tisanas o caldos sin grasas). Es decir, de 0 a 250 calorías al día. Este tipo de ayuno se puede realizar de 3 a 17 días, aunque una semana es un periodo de tiempo de lo más recomendable si se va a realizar por primera vez.
Preparar el cuerpo:
Los especialistas expertos en ayuno aconsejan eliminar, una semana antes de empezar a ayunar, la carne y los productos lácteos y privilegiar las verduras y la fruta con el fin de ir preparando el cuerpo.
Reacciones fisiológicas:
Al eliminar toxinas se puede provocar ligeros malestares físicos como dolores de cabeza o insomnio. Algunas personas incluso atraviesan por crisis pasajeras de llanto o de angustia debido, la mayoría de las veces, a la limpieza emocional que conlleva el ayuno depurativo. De ahí la necesidad de acudir acompañado a estos centros.
¿Cansa el ayuno?
Sólo puntualmente. A lo largo del día puede llegar a sentirse una ligera hipoglucemia, pero la experiencia demuestra que esta práctica no impide el ejercicio físico (20 km al día!).
Y, ¿después, qué?
Para evitar indigestiones hay que volver a ingerir el alimento de forma lenta y progresiva.
2. Un tónico para la salud
El no aportar calorías a tu cuerpo durante una semana hace que se pierda un 10 por ciento del peso inicial, pero no sirve de nada si después se modifican los hábitos alimenticios. En seguida se vuelve a recuperar una parte o la totalidad de los kilos que se han adelgazado. El cuerpo tiene reservas contra el hambre hasta los 30 ó 40 días de abstinencia.
La recompensa es que este control favorece un espíritu más lúcido. Por ejemplo, durante el ayuno, como explica la doctora Francoise Wilhelmi de Toledo, se refuerza la serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad” que ofrece al sistema nervioso “un efecto armonizante permanente’. Tiene virtudes terapéuticas’ y sirve para paliar problemas digestivos, artrosis, eczemas, migrañas, hipertensión…
Elimina las toxinas de una alimentación abundante, el estrés y la polución. Este ‘desengrasar’ ayuda a las personas con depresión, porque las sitúa en un contexto favorable para autor regenerarse, física y mentalmente. Cualquier adulto puede, incluso hasta edades avanzadas, ayunar.
3. El ayuno calma la mente
Todos los profetas han practicado, en algún momento de sus vidas, el ayuno en señal de humildad, de piedad o de caridad. Pero no es necesario ser creyente para beneficiarse de las virtudes espirituales del ayuno.
Al practicarse fuera de casa, el ayuno puede vivirse como una especie de retiro espiritual. Al cortar con las costumbres del día a día, recuperamos un tiempo precioso que propicia a la reflexión. Esta introspección lleva, en ocasiones, a una reorientación de la vida, personal o profesionalmente, más en consonancia con nuestro yo más profundo.
El control de la alimentación parece también favorecer el control de la emociones. Dejamos de sentirnos asaltados por pensamientos obsesivos, sentimos que podemos controlar mejor nuestros enfados o nuestros miedos.
¿Serán todas estas consideraciones las que llevaron al profeta Mahoma a afirmar que “Si los creyentes fuesen verdaderamente conscientes de la bendición que supone ayunar durante el mes del Ramadan, desearían que este mes durara durante todo el año”?
4. TESTIMONIO DE MARIO VARGAS LLOSA: Agua sin pan
(Extracto del artículo “Agua sin pan” publicado en El País en 1999)
En el verano de Marbella millares de turistas caen sobre este pedazo de la Costa del Sol decididos a cometer todos los excesos y desafueros que el bolsillo es capaz de pagar y el cuerpo de resistir (…) un centenar de pervertidos trepa una de las boscosas faldas de La Concha, para sepultarse por dos o tres semanas en la Clínica Buchinger, a ayunar. Yo soy uno de ellos.
Lo hago hace 14 años y lo seguiré haciendo hasta que me muera o la clínica cierre sus puertas a los escritores (…). El resultado (…) es que mi idea de Marbella es, por decir lo menos, irreal: un tranquilo retiro de costumbres monacales, donde se bebe mucha agua, se hace ejercicio, se acuesta uno temprano y se levanta al alba, y donde ni siquiera con el pensamiento resulta cómodo pecar.
En las mañanas, a la hora en que el ómnibus de la clínica lleva a los “pacientes” —así se nos llama, pero sería más adecuado voluntarios, catecúmenos o espíritus— al paseo por la playa con que se inicia el día, desde la ventanilla suelo divisar las lánguidas y bostezantes siluetas que vomitan las discoteca (…) y mi fantasía se caldea tratando de adivinar las interesantísimas cosas que deben pasar en los antros nocturnos (…) y que yo me pierdo, entregado como estoy a la purificación corporal (o sea: despachar botella tras botella de Solán de Cabras, sudar la gota gorda y hacer la pila).
Experiencia total
Como el ayuno es una práctica común en todas las religiones, se lo asocia con quehaceres místicos y espirituales, pero, en verdad, es la más material de las experiencias a que pueda ser sometido el cuerpo humano, y una de las más beneficiosas.
Así lo descubrió el mítico doctor Buchinger, creador del “método”, un médico alemán que afectado por la artrosis descubrió que imponer al organismo una cuarentena de alimentos dentro de ciertas condiciones, podía tener notables y múltiples efectos terapéuticos (…). Privado de alimentos, esa maravilla de creatividad que es nuestro cuerpo se defiende eliminando aquello que le sobra o lo perjudica, y nutriéndose de todas las reservas que atesora.
Ese cambio de metabolismo provocado por el ayuno limpia y renueva el organismo de una manera que es difícil explicar, si no se ha tenido la experiencia. Yo la he vivido ya catorce veces y siempre, luego de los veintiún días en la Buchinger sometido a la dieta de agua sin pan, he tenido la sensación de un renacimiento físico.
El peor error que se puede cometer es ir a la clínica pensando sólo en adelgazar. Si uno no come, adelgaza, desde luego, pero lo probable es que, al poco tiempo de volver al mundo (…) recupere y acaso aumente la grasa perdida.
Lo importante del ayuno es la desintoxicación y el descanso que significa para el organismo, y la lección práctica que de él se deriva, de que una cierta disciplina perfectamente llevadera respecto a ese cuerpo tan usado y abusado en la vida cotidiana, es algo que este cuerpo agradece, recargándose de bríos para enfrentar las futuras exigencias.
El ayuno (…) tiene la virtud de sacar a la luz lo que ya anda mal y está todavía escondido, sin manifestarse a través de síntomas. A todo aquel que ayuna le preguntan si no siente mucha hambre (…).Y los preguntones ponen una cara de incredulidad total cuando se les responde que no, que el hambre es un estado psicológico, inseparable de la digestión, y que, cuando ésta desaparece por la falta de alimento, desaparece también aquel efecto o servidumbre de la alimentación.
(…) Otra pregunta inevitable suele ser si el estado de extrema debilidad que produce aquella huelga de hambre no tiene al pobre ayunante tumbado en una cama sin ánimos ni para respirar. Tampoco suelen creerme cuando aseguro que ocurre (…) al revés. Que una de las más sorprendentes consecuencias del ayuno, una vez pasados los dos primeros días (…) es la energía que genera, la formidable disposición del organismo a hacer cosas, empezando por ejercicios y deportes.(…).
Agua y ejercicio
De nada sirve ayunar si la privación de alimentos no va acompañada de un (…) programa de ejercicios —natación, aeróbic, yoga, gimnasia china, sueca o acuática, caminatas en la playa y la montaña, o bicicleta— que induzca y facilite aquel cambio de metabolismo que lleva al organismo a “alimentarse” de todo lo que tiene de más o a eliminarlo por inservible. A esto contribuyen también los masajes. Pero, como, a raíz de ello el hígado trabaja el doble o el triple cribando las reservas, el “método” lo desagravia, veinte minutos cada día, con una bolsita de agua caliente a la hora de la obligatoria siesta.
Otra de las consecuencias del ayuno es el poco sueño que el organismo requiere para recuperarse. No sólo se duerme menos; se duerme tan ligero (…) que uno tiene la falsa sensación de permanecer en estado de vigilia; (…) esa engañosa duermevela (…) a mí me ha servido (…), porque en esas horas de sueño a medias he hecho y deshecho el mundo muchas veces, escrito artículos, dramas y novelas.
En las tres semanas anuales en la clínica yo continúo mi trabajo, aunque es importante señalar que (…) el ayuno resiente algo la vida intelectual, porque, mientras dura se empobrecen la concentración y la memoria. Por eso, los que no pueden dejar de trabajar nunca (…) deben arreglárselas para (…) hacer un trabajo más mecánico que creativo.
Cuando hablo de ayuno, hay que entender de sólidos, no de líquidos. Otro aspecto esencial del “método” es el agua que hay que beber (…): por lo menos dos litros, pero, de preferencia, cuatro o más. (…). Además de agua, en las noches, se puede tomar un caldo (…) o un pequeño jugo de frutas, o media taza y medio vaso de ambos, los que quieren hacerse la ilusión de estar cenando. A media mañana y a media tarde, una infusión.
¿Qué clase de gente frecuenta la clínica? Cuando empecé a ir, la mayoría era extranjera (…). Ahora, la mitad de los ayunantes son españoles, y entre los extranjeros hay un abanico creciente de nacionalidades: brasileños, italianos, rusos, egipcios, sauditas, mexicanos. (…) No he coincidido con muchos escritores; era un habitual Max Frisch, y pasaron por ella en algún momento Jaime Gil de Biedma, Juan Marsé, Beatriz de Moura y alguno más.
También, Manolo Vázquez Montalbán, (…). Dicen que nunca habló con nadie; que escribía mañana, tarde y noche (…). Publicó luego una novela policial situada en una clínica de ayuno en Marbella que resulta ser un escondrijo de nazis: a la familia Buchinger, medio judía, maldita la gracia que le hizo.
Volver a comer
Cuando dije que ayunaba tres semanas, exageré. De los veintiún días, se ayuna sólo diecisiete. Los cuatro últimos son de recuperación. Hay que reacostumbrar al estómago a recibir alimentos, con sopitas, ensaladas y recetas ligeras que, en condiciones normales, parecerían sin duda insuficientes o execrables.
Después de dos semanas y media de dieta de agua parecen manjares superlativos (…). Nadie sabe lo rico, lo maravilloso, lo exquisito que es comer hasta que ayuna.
(…) La comida es un tema obsesivo en la clínica. Los espíritus recuerdan las grandes comilonas, intercambian recetas, direcciones de restaurantes, elucubran los menús del futuro yantar, se preparan fogosos y felices para volver a pecar.
(Comprensiva ante las debilidades humanas, la clínica ofrece, entre los entretenimientos y recreos de los enflaquecidos, ¡clases de cocina vegetariana!).
Fuente: http://www.lacocinaalternativa.com