Arte ecológico y trascendencia social
Hablar de arte implica abordar cientos de interpretaciones inconclusas
Hay arte para promover el consumismo, para exaltar el amor, para arrancar reflexiones sociales y, como no podía faltar, existen, desde hace ya varias décadas, múltiples expresiones artísticas dedicadas a la naturaleza.
A través del siguiente texto, la artista Amanda Ortíz nos adentra en el llamado arte ecológico, sujeto a contrariedades, pero tendientes, en los últimos años, a entrelazar a la sociedad con proyectos concretos que desean recuperar el dañado entorno.
Las consecuencias de la crisis ambiental se encuentran impregnadas por doquier, incluido el ámbito del arte; por ello consideré necesario reflexionar sobre la nueva dualidad emergente entre lo ecológico y lo artístico.
Asociamos la ecología con la naturaleza, el clima, los vegetales y los animales, pero dejamos en un segundo plano las actividades humanas, las interacciones sociales, los procesos mentales y su correlación con el medio físico.
Ante esta división entre lo natural y lo humano, el artista francés Felix Guattari escribió:
“Los actuales movimientos ecologistas tienen ciertamente muchos méritos, pero, a decir verdad, pienso que la cuestión ecosófica global es demasiado importante para ser abandonada a algunas corrientes arcaizantes y folklorizantes, que optan a veces deliberadamente por un rechazo de todo compromiso político a gran escala”
Remitirnos sólo a la naturaleza como elemento puro nos aleja de la visión panorámica y global que busca la ecología. Imágenes que han acompañado el movimiento ambientalista (como aquellas apegadas a la tradición de lo sublime de Kant), se concentran exclusivamente en la majestuosidad de la naturaleza y prácticamente excluye a los humanos de estos espacios.
Un ejemplo es la obra de Herbert Gleason, fotógrafo de exteriores, quien ejemplifica claramente esta disertación, al excluir el elemento “humano” del alcance de su cámara. Sin embargo esta visión excluyente nos hace perder la aportación que el lado humano le da a los espacios geográficos. Aportación que se puede rescatar siguiendo un enfoque integral sobre las interdependencias que generan la totalidad.
Land Art
Por otro lado, encontramos obras de la tendencia Land Art que muestran una refinada atención al paisaje manipulado estéticamente por el ser humano, con la desventaja de ser un arte ecológicamente destructor de acuerdo al movimiento ambientalista, que incluso protestó en contra de su realización.
Los artistas de la corriente Land Art asumen un nuevo enfoque al buscar la modificación natural entre un vínculo emocional y espiritual con el medio ambiente, llevando su ejercicio a la tierra, no únicamente con la intención de poetizarla como sus antecesores, sino para reparar sus daños.
Reunir todos los elementos que intervienen en un espacio y llegar a una perspectiva global, panorámica e integral que pretende la disciplina ecológica ha sido un proceso largo de experimentos artísticos.
Este tipo de arte contemporáneo tiene como función promover un pensamiento crítico sobre la comunidad y el ambiente, lo cual requiere una mayor vinculación con la sociedad; por ello, los artistas ecológicos solicitan la participación de la audiencia como parte intrínseca de su obra, como soporte de lo que finalmente se trabaja.
Como objetivo paralelo del eco-arte, se desea que el ambiente físico, semántico y cultural sea el material que da vida a la obra. Esto coincide con la tendencia de profundizar espacios geográficos específicos y trabajar con sus características. El lugar es vital para el constructor de la identidad.
El filósofo francés Marc Augé reflexiona sobre ello:
“Para antropología, el lugar es un espacio fuertemente simbolizado, es un espacio en el que podemos leer en parte o en su totalidad la identidad de los que lo ocupan, las relaciones que mantienen y la historia que comparten.”
La identidad del espacio que comparte una comunidad construye la obra de arte ecológica. La obra de Alan Sonfist ejemplifica este fenómeno, su arte es citado por su habilidad para integrar la historia cultural y natural del sitio. Obras como Circles of Time y Time Landscape, entre varias intervenciones vegetales insertadas en el espacio urbano contienen elementos que remiten a esa identidad.
Otra variante es la posibilidad que ofrece la comunidad como material de la obra de arte, es el caso del performance de Joseph Beuys llamado 7000 Eichen, el cual es ejecutado por un conjunto de habitantes de la ciudad alemana de Kassel, quienes plantan siete mil robles acompañados de un bloque de basalto.
El autor explicó esta iniciativa como una escultura social dirigida a la vida diaria de las personas que simboliza un nuevo comienzo para la transformación de toda la vida, la sociedad y el ecosistema. El tiempo es un concepto clave para 7000 Eichen, el primer árbol se plantó en 1982 en el marco de la 7ª documenta y el último se plantó en 1987 en la 8ª documenta.
(La documenta es una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo. Desde 1955 acontece cada cinco años en Kassel, Alemania y dura 100 días, la última fue en 2007).
La función que pretende cumplir el arte ecológico como constructor de correcciones ambientales de largo plazo depende en gran medida de establecer diálogos constructivos entre las voces de una comunidad.
Una de las críticas hacia algunos artistas públicos o del performance y la instalación es que frecuentemente el artista completa su trabajo y se va.
Muchos artistas ecológicos contemporáneos persiguen trabajar de cerca con las comunidades a través de foros abiertos al público, buscan la sustentabilidad de su proyecto. A través de sus diversas formas de arte, los artistas acercan a los miembros de una comunidad al diálogo sobre las relaciones que incluyen arte, estética, ecología y cultura.
Obra paradigmática
Quizá la muestra artística que mejor reúne las características antes descritas y además es un extraordinario ejemplo de lo que estas ideas pueden llegar a materializar es Tree Mountain a Living Time Capsule de Agnes Denes, ubicada en Finlandia.
Esta obra está constituida por una montaña elíptica artificial de25 metros, en la cual 10 mil personas de todo el mundo plantaron 10 mil árboles. Esta acción se realizó en el marco de la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro el 5 de junio de 1992, como un proyecto monumental de rehabilitación de la tierra presentado por el gobierno finlandés como una solución para combatir la huella ecológica del mundo.
Tree Mountain fue auspiciada por el Programa Medioambiental de Naciones Unidas y el Ministerio finlandés de Medio Ambiente y está protegido con el compromiso de ser cuidado durante 400 años, con el objetivo de convertirse en un auténtico bosque.
La nueva corriente de arte ecológico involucra al artista con biólogos y científicos de la zona. La exhibición de estas obras en foros públicos usualmente estimulan la discusión, el debate y la atención mediática. Resulta de suma importancia que la audiencia se confronte a los problemas que enfrentan los frágiles ecosistemas y las maneras en que puede restaurarse.
El arte puede convocar a la opinión pública y ejercer presión política como un intento más para evitar un mayor desastre ecológico.
Además, el arte ecológico puede integrar a la comunidad en un proceso creativo que genere enfoques menos nocivos al ambiente; puede promover la relación de interacción y coproducción con el receptor de la obra más allá de la mera contemplación.
Autora: Amanda Ortiz
Fuente: http://www.revistamundoverde.net